Por Enrique Genovar
En un año que termina difícil para los argentinos ocurrió hace unos meses algo extraordinario, impensado. Un pibe poco conocido, salvo para los especialistas, hizo algo que logran unos pocos: unió. Esa palabra tan fácil de escribir y tan difícil de implementarla dijo presente en la segunda parte de este hostil 2024.
Franco Colapinto irrumpió con pisada fuerte en la Fórmula 1 y lo hizo cuando la ebullición de la selección nacional había bajado. La alegría por la Copa América conseguida por Messi, Dibu y compañía no duró mucho. Es que los problemas con los que se convive diariamente hicieron que se agrietara todo de nuevo, de un lado los a favor del ajuste del gobierno, del otro los en contra. Pero más allá de esa grieta que favorece a unos pocos, la sociedad toda, algunos más otros menos, tuvo un sentimiento mayoritariamente de tristeza.
Cuando todo parecía que nada iba a rearmar a una población dividida por las decisiones de unos pocos apareció este chico de 21 años. Con un dialecto de inmejorable pronunciación, con mucha paz a la hora de expresarse y principalmente con cualidades extraordinarias en el momento de subirse a un auto, se sentó en una butaca de las veinte que hay solamente en el mundo.
La presencia de un argentino en la máxima del automovilismo hizo lo que hasta ese entonces era patrimonio exclusivo de la selección: nos unió. Afuera quedaron las diferencias y los enojos con el prójimo porque votó a uno o a otro, todo se amalgamó detrás de este chico que llevó la bandera arriba de todo después de mucho tiempo.
Los horarios de las prácticas, de las clasificaciones y ni hablar los de las carreras alteraron la rutina de los fines de semana. Es que se volvió a encontrar algo en común con el otro, con el de al lado que siempre estuvo ahí pero que casi siempre pasaba desapercibido porque el día a día no da respiro.
Colapinto lo hizo. Unió a un país que hasta este año solamente lograba juntarse cada cuatro, en los mundiales de fútbol, o cada dos, para las Copas Américas. Este joven piloto que seguramente, más tarde o más temprano, tendrá su lugar asegurado en la Fórmula 1 logró hacer los que muy pocos hicieron en este año de profunda incertidumbre, de mucha tristeza que es ni más ni menos unirnos debajo de la celeste y blanca.