La pizzería Yusepín en la ciudad de Santa Fe cumple 90 años el 3 de agosto, es la segunda pizzería más antigua del país y una de las pocas que aún conserva su horno a leña.
Abierta desde 1933 nunca cerró sus puertas, y el negocio no sólo se fue heredando entre los hijos de los dueños, sino que los hijos de los maestros pizzeros y de atención en el mostrador también forman parte de la tradición.
Hugo “Pachi” Savino, miembro de la familia que en el año ‘80 tomó la posta de don Horacio Zavaleta, fundador de la pizzería y del hotel vecino que lleva su apellido, destaca que a través de los años han estado mejor o peor económicamente, pero que a las distintas crisis la afrontaron “siendo cautelosos en nuestros gastos, porque eso es fundamental, el orden que hemos tenido a lo largo de los años para seguir funcionando”. Resalta también que son “una familia de trabajo, la única riqueza que tenemos es nuestro trabajo y la pizzería”.
Ubicación estratégica
Emplazada a 150 metros de la Terminal de Ómnibus actual (la que anteriormente fuera la estación del Ferrocarril Francés), nuclea a gran cantidad de viajeros que llegan a la ciudad, o parten de ella, quienes buscan una comida rápida y sabrosa, al “pie del mostrador”. Esta fue la característica que su primer dueño impuso al negocio para que sea un lugar de paso, por lo cual nunca lo equipó con mesas, solo unas pocas sillas para atenuar el cansancio de la habitualmente larga espera, dado que la clientela es siempre numerosa. Al mirar por su frente vidriado, se ve en el pequeño habitáculo mucha gente, alguna comiendo y tomando una cerveza parados y otra con el oído atento a la mención de su nombre, para retirar lo encargado. También y al avance de los tiempos ha incorporado la cadetería y delivery.
En la época en que los cines de Santa Fe se colmaban de público, quienes concurrían al cine Colón tenían, como “escala” obligada, la pizzería Yusepín, para entrar al cine satisfechos con la ingesta rápida de la pizza o la fugazzetta o ambas, saboreadas con el acompañamiento de una clásica birra.
El origen del negocio
Fue José Pagani en 1933 quien fundó Yusepín (diminutivo del argentinismo de Giuseppe). Un par de años después, Horacio Zavaleta y su señora (dueños del hotel contiguo a la pizzería) se hacen cargo del local. Posteriormente en 1980 asumen el control del negocio Hugo Saturnino Savino y Angélica Alicia Rossi, padres de “Pachi”.
“Yo quería estudiar administración de empresas”, confiesa Hugo Savino hijo, pero al no prosperar mucho en la carrera, su padre lo invitó a sumarse a la pizzería. “El primer día me senté en la caja, y Don Hugo me dijo no, mañana a las 5 de la mañana tenés que empezar en la producción de la pizza”, el actual dueño resalta que es algo que intenta inculcarle a sus propios hijos.
Otro factor fundamental que destaca para poder “llevar” el negocio, es conocer todo sobre el mismo, “se hacer todos los pasos, se elaborar la pizza, se limpiar la lata, se limpiar el salón, se cortar, es algo que Horacio Zavaleta le remarcó a mi padre”.
Una familia en todos los puestos
Cuenta Hugo Savino Hijo, que Carlos Rivero fue uno de los primeros maestros pizzeros y que luego sus hijos “Carlitos y Perico Rivero” lo secundaron. De igual manera, la continuidad la tomó Fabián Monzón, y actualmente sus hijos Leonardo y Mauricio le siguen.
De igual manera, en el mostrador Juan Domingo Amatti recibía a los clientes, su hijo también se sumó a la familia Yusepín, aunque luego no pudo seguir por problemas de salud. En la actualidad, quienes vayan por la tarde se encontrarán con Milagros Savino en la caja, hija de Hugo.
Pero quienes quieran conversar y conocer más sobre la pizzería Yusepín, “Pachi” los espera todos los días, cerca del mediodía, en el tradicional local de calle Hipólito Yrigoyen 2341 de la capital provincial.
A leña
La Yusepín es la única pizzería que mantiene esa tradición de cocinar en el horno a leña. Y ese horno es el mismo que se encendió por primera vez aquel 3 de agosto de 1933, al igual que los mostradores de mármol y el resto del mobiliario.
Todos los días, a las 6 de la mañana llegan los maestros pizzeros para comenzar a elaborar las pizzas y fugazzas. Cerca de las 10 atienden a los proveedores y a las 11 se abre el mostrador para el disfrute de los comensales. La rutina matutina termina cerca de las 14 y se retoma a las 19, para atender a quienes llegan a cenar, hasta aproximadamente las 23.