A mediados de junio, durante la segunda expedición arqueológica a El Arazá, distrito ubicado 20 kilómetros al oeste de la ciudad de Reconquista, fueron hallados los restos de quien fuera un esbelto guerrero indio de la raza guaycurú patagónica, que cayó luchando a manos de otro semejante al recibir un mortal flechazo en la zona intercostal de su torso desnudo.
Según el director del Museo Municipal de Arqueología y Paleontología de Reconquista, Dante Ruggeroni, la tumba fue encontrada en un sitio que se encuentra muy próximo al curso del arroyo Malabrigo. Los restos óseos datan de 2 mil años.
Los trabajos en la zona fueron encarados a raíz de una información proporcionada por María Inés Zbinder, docente de la escuela primaria Nº 741 de El Arazá, quien solicitó que llegara gente del Museo al establecimiento educativo ya que sus alumnos habían comenzado a llevarle piezas arqueológicas que recogían en el lecho seco del arroyo. Según el profesor Ruggeroni, el lugar donde fueron hallados los restos arqueológicos forma parte del valle geológico de Malabrigo, que entre otras cosas supo contar con un arroyo de 3.000 metros de ancho.
El arroyo Malabrigo figuraba en los mapas con los que contaban por los conquistadores españoles que pisaron estas tierras a partir del Siglo XVI. En ellos se puede apreciar su recorrido serpenteante, y su gran extensión, que con el tiempo fue disminuyendo, dejando ver grandes extensiones de arena y fango. En los últimos años, esa erosión fue determinante para el hallazgo de restos óseos anteriores a la “conquista” española.
“El (arroyo) Malabrigo supo tener 3.000 metros de ancho, ahora es mucho más chico y quedaron grandes extensiones de arena muy fina. Bueno, con las lluvias de los últimos meses quedaron al descubierto muchas cosas porque el lecho abandonado por el agua fue ocupado por pantanos y un sedimento arcilloso en el cual se hallaron hornos de tierra cocida y los restos de un guerrero”, contó Ruggeroni.
Pero no fue tarea sencilla llegar al lugar. “Para tener acceso al sitio debimos entrar a un establecimiento ganadero que se encuentra sobre la ruta Provincial 40S, cruzando uno de los puentes que atraviesan el curso”, dijo el director del Museo de Arqueología y Paleontología de Reconquista.
En medio de un monte compacto de malezas y arbustos, en medio de zanjones dejados al descubierto por las lluvias, fueron hallados primero un cráneo, que los chicos de la zona llevaron a la escuela. Ese fue el puntapié inicial de esta segunda expedición, que fue llevada a cabo con ayuda de los alumnos de la escuela primaria de El Arazá, ahora convertidos en pequeños émulos de Indiana Jones o el profesor Alan Grant, de Jurassic Park.
Tras un trabajo minucioso, llevado a cabo en gran parte por los chicos, se logró dejar una tumba al descubierto. “El Museo desde hace 40 años viene realizando excavaciones en toda la región, que está en el mismo horizonte geológico, y en ese tiempo se han exhumado muchas tumbas, pero nos llamó la atención que los huesos encontrados cerca del arroyo, los de este guerrero, presentaran un color negro muy acentuado”, dijo Ruggeroni.
Casi todas las piezas óseas halladas en la zona tienen una antigüedad que va desde los 1.800 a los 2.000 años, pero ninguna de ellas era de tonalidad oscura, agregó el director del Museo, quien luego aclaró que la sorpresa no terminó con la coloración de los huesos.
“Cuando estábamos terminando de limpiar la zona intercostal hallamos incrustada en la columna vertebral una punta de flecha de hueso pulida y acanalada”, agregó Ruggeroni, para quien los restos pertenecen a “un guerrero que murió en combate o tras éste y fue enterrado con el ceremonial que esta cultura tenía con sus muertos, que incluían colocarlo con sus extremidades en posición fetal”. La posición indica una ofrenda o respeto hacia el guerrero, quien fue acomodado de esa manera para que inicie, en posición fetal, el viaje a una vida más elevada.El color oscuro de los huesos y también de la flecha siguen siendo tema de discusiones y comentarios, que seguirán por un tiempo. “Las armas estaban hechas con pitón de ciervo, que era de color amarillento, por eso llama más la atención la coloración de los huesos, que serán sometidos a estudios por geólogos en el Museo Provincial de Ciencias Naturales, ubicado en la ciudad de Santa Fe”, explicó. En tanto, para determinar la causa de la muerte del guerrero se solicitará colaboración de antropólogos de la Universidad de La Plata.
Al director del Museo de Arqueología y Paleontología de Reconquista le llamó la atención el lugar donde se produjo el hallazgo del cuerpo, ya que “casi siempre los enterratorios de los aborígenes de nuestra región están en zonas altas, en cúmulos lentiformes, elevaciones y barrancas altas, pero nunca en suelos bajos como en El Arazá”.
Pero además de la tumba, fueron hallados hornos de tierra cocida. “Es muy probable que los hornos hayan sido utilizados para que en el invierno las familias duerman alrededor pues están conectados entre sí por una especie de pequeño túnel que permite el paso de oxígeno e impide que el fuego se apague”, comentó Ruggeroni.
Gestos de amor
El año pasado, el norte provincial volvió a ser noticia por hallazgos arqueológicos, esta vez al costado del río San Javier, en un lugar conocido cómo Costa Itatí, gracias a un pescador, que vio como desde la barranca se asomaba una mandíbula. Pensando que era de un muerto reciente, dio aviso a las autoridades, quienes luego de investigar notaron que estaban frente a un resto arqueológico que databa de casi dos mil años, por lo que convocaron al director del Museo de Arqueología y Paleontología de Reconquista, Dante Ruggeroni.
“Comenzamos a excavar y al poco tiempo hallamos un cementerio indígena, con signos de haber desarrollado un ritual complejo respecto de la muerte”, recordó el director del Museo. “Encontramos dos adultos enterrados como una pareja. Pero la disposición no sólo parecía expresar un ritual religioso sino que además tenía una gran carga emotiva, como de ternura, porque los cuerpos parecían estar abrazados”, apuntó Ruggeroni, quien hoy sigue comparando el hallazgo con la Gruta del Niño de Grimaldi, en la región italiana de Génova, que data de 6.000 años atrás y tiene fama mundial. “La Tumba de Grimaldi se la encontró en 1895 y tiene una mamá junto a un niño que se están abrazando como si se estuvieran dando un beso para la última despedida”, agregó Dante.