Tras el acto en el que Cristina Fernández de Kirchner informó que Amado Boudou es su candidato a vicepresidente, lo primero que hizo fue invitar a su flamante compañero de fórmula a la residencia privada de Olivos para, junto con el núcleo más cercano de la presidenta, celebrar el anuncio. Si bien el nombre de Boudou estuvo en danza, no dejó de sorprender su designación, ya que en los últimos días curiosamente, el secretario de Medios, Juan Manuel Abal Medina, era quien lideraba las apuestas. También llamó la atención que la presidenta al fundamentar su elección elogiara los logros económicos alcanzados por la gestión de Boudou. Además, le confirió un rol importante al reconocerle que supo interpretar y decodificar que el mundo cambió.
La elección de dirigentes de probada lealtad, militantes plenamente consustanciados con el proyecto de la presidenta y una fuerte presencia de jóvenes –principalmente provenientes de La Cámpora– son los ejes centrales del armado político que terminó de develar Cristina Fernández de Kirchner al anunciar que Amado Boudou será su compañero de fórmula. Precisamente la elección del ministro de Economía como candidato a vicepresidente por el oficialismo para las próximas elecciones cumple de manera acabada con estos requisitos: Boudou es un hombre joven que siempre se presentó como un incondicional de la primera mandataria.
La propia presidenta se encargó de recordar que fue su ministro de Economía el que le acercó la idea de la privatización de las AFJP, cuyos fondos sirvieron para sostener el modelo en curso. Boudou fue punta de lanza de batallas que le encomendó la presidenta, como el enfrentamiento con el Grupo Techint. Y también el mentor del Fondo del Bicentenario, decisión que le permitió al país utilizar las reservas del Banco Central para atender sus compromisos y mantener un alto nivel de crecimiento económico (además de provocar la salida de Martín Redrado de la conducción monetaria).
Su designación conlleva un mensaje tranquilizador para el sector empresario y gremial, según se señaló en Olivos. En lo que respecta a los hombres de negocios, Boudou siempre se presentó como un funcionario negociador y dispuesto a ordenar cuestiones caras para el empresariado como la regularización de la deuda argentina con el Club de París. Su habilidad para manejar conflictos se puso de manifiesto cuando ante las discusiones que se desataron en torno de la forma en que el INDEC mide la inflación, logró suscribir un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para que el organismo multilateral brinde asesoramiento para la confección de un nuevo índice, en lo que fue interpretado como una forma de limar asperezas con el FMI y bajar la magnitud del problema.
En cuanto a la dirigencia gremial, cabe recordar que en la frustrada nominación de Boudou para candidato a intendente de la Ciudad de Buenos Aires fue apadrinado por el titular de la CGT, Hugo Moyano, con quien mantiene muy buenas relaciones.
Otra conclusión importante de los anuncios es que Cristina, fiel al estilo que supo forjar junto a Néstor Kirchner, ha decidido retener un férreo control del proceso político. No sólo porque todas las listas de candidatos debieron pasar por el riguroso tamiz de la primera mandataria, sino fundamentalmente porque ha decidido que sean hombres de su absoluta confianza los que se perfilen para ocupar cargos clave.
El caso emblemático, en este sentido, es la nominación de Gabriel Mariotto como compañero de fórmula de Daniel Scioli para la provincia de Buenos Aires en una operación dirigida a “blindar” la gestión del gobernador. A ello se suma que la gran mayoría de los candidatos a legisladores por la provincia fueron elegidos por Cristina fundamentalmente en La Cámpora.
Las conclusiones que sacaron no pocos intendentes del Gran Buenos Aires con esta jugada de la presidenta son varias y trascendentes: Scioli, si renueva su gobernación, tendrá al lado una suerte de “comisario político”, el proyecto presidencial del ex motonauta se verá comprometido y, lo que más les importa a los barones del conurbano, el cristinismo está dispuesto a disputarle espacios de poder.